“Queridos
hijos, Yo, como Madre que ama a sus hijos, veo qué difícil es el tiempo en el
que vivís. Veo vuestro sufrimiento. Pero debéis saber que no estáis solos. Mi
Hijo está con vosotros. Está en todas partes: es invisible, pero lo podéis ver
si lo vivís. Él es la luz que os ilumina el alma y os concede la paz. Él es la
Iglesia que debéis amar y por la que siempre debéis orar y luchar; pero no solo
con las palabras sino con las obras de amor. Hijos míos, haced que todos
conozcan a mi Hijo, haced que sea amado, porque la verdad está en mi Hijo
nacido de Dios, Hijo de Dios. No perdáis el tiempo en reflexionar demasiado, os
alejaréis de la verdad. Con un corazón simple aceptad Su Palabra y vividla. Si
vivís Su Palabra, amaréis con un amor misericordioso. Os amaréis los unos a los
otros. Cuanto más améis, más lejos estaréis de la muerte. Para aquellos que
vivan la Palabra de mi Hijo y la amen, la muerte será la vida. ¡Os doy las
gracias! Orad para que podáis ver a mi Hijo en sus pastores, orad para que lo
podáis abrazar en ellos. ”