"Hijos míos, nuevamente les ruego maternalmente que se detengan un momento a reflexionar sobre ustedes mismos y sobre la transitoriedad de esta vuestra vida terrena. Mediten luego acerca de la eternidad y sobre la eterna bienaventuranza. ¿Qué desean? ¿Por cuál camino quieren andar? El amor del Padre me envía para que yo sea para ustedes mediadora; para que con amor materno les muestre el camino que conduce a la pureza del alma, de un alma no cargada de pecado, de un alma que ha de conocer la eternidad. Ruego que la luz del amor de mi Hijo los ilumine, que venzan las debilidades y salgan de la miseria. Ustedes son mis hijos y yo los quiero a todos en el camino de la salvación. Por ello, hijos míos, reúnanse en torno a mí, para que pueda hacerles conocer el amor de mi Hijo y así abrir la puerta de la bienaventuranza eterna. Oren, como lo hago yo, por sus pastores. Nuevamente los amonesto: no los juzguen, porque los ha elegido mi Hijo. Gracias."