« Queridos hijos, como madre que se preocupa por sus hijos, miro en sus corazones y veo en ellos dolor y sufrimiento; veo un pasado herido y una incesante búsqueda. Veo a mis hijos que desean ser felices pero no saben cómo. Abran sus corazones al Padre. Ese es el camino a la felicidad, el camino por el que deseo conducirlos. Dios Padre nunca deja solos a sus hijos, menos aún en el dolor y en la desesperación. Cuando comprendan esto y lo acepten serán felices. Finalizará vuestra búsqueda. Amarán y no tendrán temor. Vuestra vida será esperanza y verdad, que eso es mi Hijo. Gracias. Les imploro, oren por aquellos que mi Hijo eligió. No juzguen porque todos ustedes serán juzgados. »